Las disculpas de muchas personas han perdido su valor debido a la falta de cumplimiento de las promesas que la sacompañaron. Algunas personas prometen que no volverá a suceder, que harán algún tipo de cambio de hábito o de comportamiento, que tienen la intención de evitar que se vuelva a repetir la situación y por supuesto tienen el deseo de resarcir a la persona que ofendieron.
Pero, también hay personas que aprendieron desde pequeños a sentirse culpables por todo, inclusive por las faltas de otros, aunque en realidad no tengan la culpa, porque fue otra persona quién los tropezó o tomó alguna ventaja de ellos, entonces viven disculpándose por todo.
Es importante entender que solo si lo sentimos verdaderamente, porque hemos reconocido nuestra falta, podremos hacer sentir a la otra persona que es verdadero y que estamos dispuestos a hacer lo necesario para corregirlo o resolverlo definitivamente. Recordemos que aceptar y afrontar nuestras faltas con humildad y sinceridad es saludable para mantener una buena relación con los demás, en especial con nuestras personas queridas.