Estudios de psicología, medicina y filosofía oriental nos ayudan a entender que la comunicación, las fantasías neuróticas, las expectativas, las frustraciones, etc, son fruto de una mente que se apega a las sensaciones externas y los deseos. Esto es el resultado de la básica visión que tenemos de nuestra realidad y es el "apego" el que genera desconexiones entre mente y cuerpo: buscamos la felicidad fuera de nuestro alcance corporal y por ello, nos aferramos a objetos físicos o pensamientos de deseo.
Intentamos alcanzar la felicidad por la perpetuación de algo que es transitorio, de algo que no es fijo y que cambia constatemente. Esta expectación nunca puede ser satisfecha ,puesto que aquello que anhelamos cambia o cambiará por su naturaleza inherente, por lo tanto, se transfomará en sufrimiento y nunca alcanzaremos la felicidad.
Jamás cambies lo que más quieres en la vida por lo que más deseas en el momento, porque los momentos pasan, pero la vida sigue.
Por ello, compreder que la felicidad no está fuera de nosotros, sino dentro, y que no es un concepto fijo, nos ayudará a sentirnos mejor. Necesitamos aprender a sentir, no únicamente desde la compresión mental, sino también desde la acción, la práctica y la experimentación corporal, nuestro cuerpo tiene su propia inteligencia y es el gran soporte de la mente, debemos aprender a restablecer una correcta relación cuerpo-mente.
Utilizando técnicas de relajación, combinando forma y movimiento, adaptando la respiración como puente entre el cuerpo y la mente, visualizando las sensaciones del cuerpo, podremos aumentar nuestra sensibilidad corporal.
Como dice el maestro Tuku Lobsang"La mente es el hijo inquieto y el cuerpo es la madre, cuando el hijo está nervioso, la madre extiende sus brazos, y con su abrazo, calma la mente inquieta del hijo". Utiliza tu cuerpo como vehículo para calmar tu mente para alcanzar el bienestar y la felicidad.